Inefable ¡sí, tú!, estás en mi boca.
Incognoscible ¡Oh, Dios!, apareces en mi mente.
Te dedico mi última palabra
sólo por esta noche.
Sólo veo tu imagen, redonda.
Sólo dos, dos cascadas que fluyen,
día a día, fruto de inescrutable cabeza.
¡Terrible idea, oscuro pensamiento!
¡Qué dirán, qué digo!
Nada –de momento–
a través de la amistad cabalgas,
sin rumbo, sin propósito alguno,
y yo, te guío por nublados momentos
de lucidez.
¡Estoy terriblemente pavoroso ante
tu efervescencia sutil!
¡Oh! traicionado el amor.
¡Oh! traicionado el corazón.
Me gritaste, es cierto...
Me miraste, me odias...
Te dedico mi última palabra
sólo por esta noche.
a ti que me vences...
11.10.07
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario