He nacido hace cinco minutos. ¡En menudo lío me he metido! Un mundo donde nada cambia y uno solo no puede hacer que cambie este método en el que vivimos, donde lo único que haces es esquivar la muerte. Es una carrera, pero al revés, donde gana el último que lleva.
Es una carrera muy especial porque, aunque tiene salida, no tiene meta, fin, objetivo, o por lo menos yo no lo he encontrado. Acaba de sonar el despertador y mis diecisiete años me hacen despertar perdido, pero siempre inquieto, buscando una salido. Bajo a la cocina y muero por desayunarme el mundo. En la ducha aclaro algunas ideas que no estaban del todo acabadas, limpias y claras. Me visto con mi monotonía, mi radicalismo y mi rebeldía, y marcho a aprender como ser el último. Tengo ganas de cambiar a ese montón de ideas que conforman esta sociedad, y ordenarlas de una nueva forma para tener algo en lo que creer, por lo que correr, por lo que llorar... Te pasas los mejores años de tu vida intentando buscar un cambio y un montón de respuestas hasta que...
Una mañana te levantas responsable y se te ha olvidado todo por lo que has luchado. Ya no buscas respuestas, ni mueves cambios... Se te ha olvidado todo y eres un maratoniano más que intenta no llegar a la meta. Tienes dos hijos hermosos, vives a las afueras de la ciudad, tu coche es la envidia de la vecindad... Tus ideas anarquistas se pierden en el fondo de una fotografía y ahora tú contribuyes a un capitalismo indirecto. Tu despertador grita cada mañana: "monotonía" y tú le haces caso para ser el último. Los años te han sentado la cabeza, más bien, te han parado la cabeza, y todas esas ideas quedaron en el olvido, a mitad de construcción. La gente lo llama responsabilidad pero más bien se podría llamar "muro". No le veo sentido al luchar cuando sabes que vas a perder y puedes guardar fuerzas para otra batalla. Y acabar un día junto a Dylan llamando a las puertas del cielo.
PARAELISA
27.11.07
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario